Nicotina: tan adictiva como la heroína

Isabela Diazgranados

Hay de diferentes sabores y aromas. Hay para todos... y aunque aparentan ser inofensivos, los vapeadores y los cigarrillos electrónicos causan graves problemas de salud.


“Los cigarrillos electrónicos, por ejemplo, tienen componentes tóxicos, principalmente propilenglicol, glicerol; también cromo, níquel, plomo y sustancias cancerígenas como el aceltaldehído y el formaldehído; compuestos que generan irritación en el sistema respiratorio, cardiovascular y neurológico a nivel de memoria, concentración, entre otros problemas”, explica Catherine Jaller, médica epidemióloga y coordinadora del Servicio Médico de la Universidad de los Andes, Colombia.

 

Y es que pocos saben que los cigarrillos electrónicos contienen nicotina, la misma de los cigarrillos convencionales y conocida por sus propiedades adictivas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la adicción a esta droga se compara a la heroína y a la cocaína.

 

Sobre los vapeadores, se sabe que son comercializados como una alternativa para los fumadores que desean dejar el hábito, no obstante los expertos aseguran que esta es una falsa creencia y afirman que estos dispositivos producen, sobre todo en los jóvenes, dependencia la nicotina.


“Con el vapeador se asume cierta tranquilidad de que no hay riesgo, entonces el joven vapea más durante el día lo que provoca efectos agudos y crónicos en la salud, incluso estos pueden llegar a ser mayores comparados con el cigarrillo convencional”, señala Luis Jorge Hernández, director de Investigaciones de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes (Colombia) y experto en salud pública.


En el caso de los vapeadores, el riesgo lo ocasiona el aerosol exhalado pues puede producir enfermedades para quienes están alrededor, ya que son sustancias tóxicas iguales a la de los cigarrillos convencionales. “En el mundo los cigarrillos producen 8 millones de toneladas de CO2, entonces tener un campus libre de humo ayuda a mitigar parte del problema y suma para que disminuyamos ese consumo". afirma la doctora Jaller. 


Y es que no solo se presentan riesgos para la salud. Artefactos como estos también pueden explotar de forma inesperada, de acuerdo con la experta, ya que estos incluyen en su interior una batería que calienta el líquido hasta convertirlo en aerosol o también conocido como vapor y, así, provocar quemaduras en la cara, las manos e, incluso, en los genitales al tenerlo guardado en el bolsillo.

  

“Es muy importante concientizar a los jóvenes de que están metiendo veneno a su organismo. La prevalencia de uso de cigarrillo está entre el 9 y 15 %, mientras que de vapeo, sobre todo en jóvenes menores de 18 años puede estar entre el 20 y el 30 %, es decir, el doble del cigarrillo”, comenta el profesor Hernández.


Según el III Estudio Epidemiológico Andino sobre Consumo de Drogas en Universitarios, realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en Colombia 16,6 % de los estudiantes ha consumido cigarrillos electrónicos, mientras que en la Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes la cifra fue de 15,4 %.


A pesar de los estudios y los peligros mencionados para la salud, estos productos aún se promocionan bajo la premisa de bajo riesgo y son aceptados socialmente, por lo cual se comercializan sin restricciones. Para desestimular el consumo el experto en salud pública afirma que se debe impedir el expendio de cigarrillos e inhalantes alrededor de colegios y universidades y cerrar el espacio de fumadores, “las campañas informativas y educativas hay que hacerlas, pero lo que más sirve es cerrar espacios para los fumadores y darle al vapeo la misma categoría de cigarrillo, que equivale como si estuvieran fumando”.


Dado el impacto en mortalidad a nivel global, el tabaquismo es considerado como un problema de salud pública, por lo tanto, la Universidad de los Andes, a través del Centro Médico ofrece a su comunidad, asesoría y consejería para la cesación del tabaco por medio de herramientas con alcances a corto, mediano y largo plazo respaldados por la OMS, el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Cancerología.



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